Fidel Centella se va de casa sin saber que´ busca, y quiza´ por eso todo le llegara´ por sorpresa: el dilema de si Ba´rbara, la chica que roba y silba, o Diana, la que tiene mucho y lo ofrece todo; las hazan~as en el ruinoso piso compartido que apenas duerme; los brindis con su padre enfermo. Siempre rebotando entre la memoria gallega de su familia emigrante y la promesa de muchas vidas posibles. Cuando quiera orientarse, mirara´ los rayos de luz que nacen en la montan~a de su ciudad. Esos que, como Justo, Iu y Brais, siempre han estado ahi´. Los que le muestran el camino a casa.