El Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas es, a día de hoy, la máxima instancia jurisdiccional de la Unión Europea. Pero las competencias que le atribuyen los Tratados constitutivos han hecho de esta Institución una instancia más afín a un Tribunal Supremo de la Unión, que a una jurisdicción de carácter internacional.
En la presente obra se analiza este proceso evolutivo sin precedentes en la historia jurídica europea, para demostrar que actualmente, en la Unión de los veinticinco, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas es una instancia que controla tanto el Derecho comunitario como el Derecho nacional. Mediante la instauración de un cauce procesal entre los jueces nacionales y el juez comunitario, la relación entre jurisdicciones ha progresado paulatinamente, hasta convertirse en una estructura cada vez más jerárquica, con el Tribunal de Justicia en la cúspide. A pesar de la dicción literal de los Tratados constitutivos y de las afirmaciones que vierte el propio Tribunal de Justicia, lo cierto es que la relación de cooperación se ha tornado, con el paso del tiempo, en una relación más afín a una estructura vertical, donde quien debe cooperar es, en todo caso, el juez nacional. La jurisprudencia que ha servido de apoyo a este apasionante fenómeno, que aún está en fase de construcción, es el objeto de esta obra.