Todos, sabiéndolo o no, representamos un papel, vivimos de acuerdo con un guión (script). Casi siempre, este guión no es impuesto, y arranca de decisiones tomadas en la infancia: es un guión que nació condicionado por la presión de los padres y otros adultos. Es un guión -nuestro guión vital- que a veces puede conducir a la depresión, el alcoholismo, la infelicidad, incluso el suicidio. O, simplemente, a sentir una insatisfacción permanente, una peculiar impotencia en relación al curso de nuestra vida. Es el caso, por ejemplo, de quienes se sienten incapaces de mantener una relación amorosa con otras personas; o el caso de la mujer obligada a seguir el guión de "Mamá": preocupada de todos menos de ella misma; o el caso del hombre que representa a "Gran Papá": un ser exageradamente responsable, regente absoluto de su familia y que siempre "lo sabe todo". Etcétera.
Los guiones que vivimos es un libro ya clásico (traducido a infinidad de idiomas) que explica cómo los "guiones" son patrones de actuación que nos impiden vivir una existencia libre y propia. Su mensaje central es de la máxima importancia: no es demasiado tarde para salir de nuestra propia trampa y recomenzar una existencia de auténtica libertad y plenitud.