Hacerse viejo es un proceso que experimenta cada uno y los cumpleaños son recordatorios de que este proceso está realmente ocurriendo. La gente, a los veinte o a los treinta años, puede sacar una idea muy real a partir de sus propias experiencias de lo que significa envejecer. Hay cabida para el optimismo y la tristeza, para tener conciencia de que alguna forma de conducta puede cambiar, para ordenar y utilizar los propios recursos, para recordar el pasado y para mirar con esperanza al futuro. Aquellos que no son todavía viejos han tenido amplias experiencias para aumentar la empatía por aquellos que lo son.
Este libro pretende que los aún no viejos puedan aumentar su conocimiento sobre la vejez, y su comprensión por los más viejos, examinando las cuestiones, ideas e información proveniente de la psicología de la naturaleza de la tercera edad. A este respecto, se intenta dar una imagen realista de las personas mayores, rechazando la tentación de ganarse su simpatía, poniendo énfasis en sus problemas económicos y de salud, sus limitaciones, su soledad y falta de poder y, al mismo tiempo, rechazando la idea de que la vejez es un período fácil y placentero sin importantes preocupaciones y cuidados.