Los autores se felicitarían si este manualito boloñés tuviera vida efímera, por insuficiente y superficial. Ello significaría la recuperación de la sensatez académica, de modo que volviera a estimarse que el estudiante de Derecho, al acabar su carrera debería haber profundizado más en los fundamentos del Derecho. El conocimiento del Derecho positivo es inexcusable, pero renunciar, por apremios de tiempo, al planteamiento de juicios de valor respecto a las instituciones, al juicio crítico acerca de la norma positiva, a tratar epígrafes como la naturaleza jurídica o los antecedentes históricos o, en fin, a debates doctrinales en algunas cuestiones importantes y no pacíficas, sólo conduce al empobrecimiento del futuro jurista quien, ineluctablemente, se convertirá en leguleyo... (Los autores)