¿Cómo tratar hoy al creciente volumen de individuos que, en nuestras sociedades, piden ayuda por problemas de salud mental y psiquiátricos? ¿Puede ponerse en tratamiento con psicofármacos al 20 o 25 por ciento de la población? Los autores de este volumen mantienen desde hace años una respuesta negativa a esas cuestiones. Pero entonces, si se piensa que no todos los consultantes con problemas de salud mental han de ser tratados con psicofármacos y sólo con psicofármacos, ¿cómo dar entrada a los componentes psicológicos en la práctica comunitaria de la psiquiatría actual? ¿Cómo lograr la articulación de lo biológico, lo psicológico y lo social en las actuales consultas públicas, a menudo desbordadas por el número de consultantes, por su frecuentación, por el tipo de problemas que plantean, por dificultades de los propios equipos o de sus instituciones?
Esta obra intenta aportar algunas orientaciones prácticas ante esos dilemas. Por eso proporciona técnicas, métodos y procedimientos de trabajo para la articulación biopsicosocial en las consultas cotidianas de nuestros sistemas sanitarios, presentándolas en forma de protocolos.