Cuando Newton, con un simple prisma, descompuso la luz blanca en el espectro de colores que se oculta tras ella, ¿despojó de lirismo al arco iris, como le recriminó Keats en un célebre poema? ¿Acaso la ciencia, ese peculiar modo de entender el mundo, priva al universo de todo sentido poético? Richard Dawkins demuestra que la ciencia ?desde la astronomía hasta la genética, pasando por el lenguaje y la realidad virtual? también entraña belleza; y que el descubrimiento de los mecanismos que rigen los fenómenos naturales no sólo no destruye su poesía sino que la ensalza, revelándonos aspectos sorprendentes que de ninguna otra manera podríamos apreciar o imaginar.