Al principio del verano de 1919 en Viena, la policía abría fuego contra una manifestación de jóvenes comunistas causando muertos y heridos. Poco antes, en el mes de mayo, al otro extremo del mundo, una expedición ciéntifica observaba un eclipse solar total que iba a trastocar todas las reglas de la geometría euclidiana. Una sola persona pone en relación estos acontecimientos : el joven vienés de 17 años, Karl Raimund Popper, que asistió al enfrentamiento con la policía vienesa a principios del 19 y también había seguido muy de cerca la observación del eclipse, que confirmaba las heterodoxas teorías de Einstein. En 1903, un año después de Popper, y en la misma ciudad, nacía Konrad Lorenz, etólogo y Premio Nobel en 1973 de filosofía y medicina, con quien el primero trabó, de niño y adolescente, estrechos lazos de amistad. Ya adultos, al emprender sus vidas y sus respectivas carreras científicas caminos divergentes, los dos sabios terminaron por perderse totalmente de vista, hasta el punto de que, décadas después, durante un encuentro científico, Popper tuvo que interpelar a Lorenz de la siguiente manera : «Pero Konrad, si soy Karl !…». La conversación que se reproduce en la primera parte de este libro, y que sostuvieron Popper y Lorenz el 21 de febrero de 1983 ante la chimenea de la residencia de los Lorenz en Altenberg, ilustra a la perfección la notable convergencia de descubrimientos y convicciones a las que, pese a esos largos años de «separación», llegaron estos dos sabios, dando prueba flagrante de la inevitable confluencia de los pensamientos científico y filosófico en nuestro siglo, según los cuales «nada ha existido ya, y ¡todo es posible !». Sin embargo, la proximidad entre estos dos universos revela también ciertos desacuerdos de apreciación : por ejemplo en lo que concierne el porvenir de la humanidad. En la segunda parte del libro, el lector encontrará la ponencia que leyó Popper en el simposio organizado en Viena entre el 24 y el 26 de mayo de 1983 con motivo de su ochenta aniversario sobre «Ciencia e hipótesis», «Los tres mundos» y «La sociedad abierta», temas todos ellos que desarrollan los que él había debatido tres meses antes, en una fría tarde de invierno, con su amigo de infancia.