Desde las páginas de los suplementos y los periódicos, y desde sus álbumes recopilatorios, el bonaerense Liniers sigue iluinando las mañanas y las noches de muchos lectores con sus historias macanudas. Sus personajes, su trazo y sus tonalidades pastel, todos ellos inconfundibles, nos transportan a un mundo aparentemente naíf, pero, cuidado: como dice Roberto Fontanarrosa en el prólogo, esa es la «la primaria ingenuidad del león que se morfa (se zampa) una gacela».