El objetivo del Proteccionismo está contenido en su propio nombre: se trata de instaurar medidas que protejan a las personas, y por tanto a los trabajadores y a las empresas, en un determinado marco nacional o supranacional. Y ello se hace protegiendo la producción de un país (o países, si por ejemplo se estableciera a nivel de la Unión Europea) frente a la competencia de países extranjeros.
En la era de la globalización y del Pensamiento Único el Proteccionismo estaba mal visto: eran tiempos en los que la mano invisible del mercado se había constituido en dogma. Pero la brutal crisis que se inició a principios del 2008 ha hecho que se alzaran muchas voces, sobre todo en Europa, y singularmente en Francia, que reclaman el regreso de políticas proteccionistas. Y todo parece apuntar a que, paulatinamente, el Proteccionismo regresa para quedarse.