Estados Unidos conoce en la década de los 80 una reacción conservadora capitalizada políticamente por la Nueva Derecha. Las insuficiencias sexistas de la revolución sexual, el destape de las agresiones sexuales contra las mujeres, la pérdida de la hegemonía de la familia tradicional, la búsqueda de nuevas formas de entender y vivir la sexualidad expresada por los movimientos «gay» y feminista, así como las divisiones que todo ello ocasionó en el seno de este último, son algunos de los rasgos que caracterizan una época de transformaciones en el papel de las mujeres y de las relaciones sexuales. Importantes sectores del feminismo se repliegan a posiciones esencialistas acerca de los géneros y apuntan a una " " feminización " " de la cultura como solución a los problemas de las mujeres. La más importante concreción política del denominado feminismo cultural se halla en la lucha contra la pornografía, convertida en el principal instrumento de dominación masculina sobre las mujeres. En su eliminación radicará la panacea para lograr su emancipación, aunque para ello haya que aliarse con la derecha.