En el agitado Cádiz de las Cortes de 1812, la literatura satírica encontró un horizonte adecuado para su desarrollo. En este marco, el Diccionario de Gallardo desborda los límites de su anecdótico origen y se convierte a lo largo del siglo XIX en un clásico de la literatura satírica, comparable a los grandes satíricos ilustrados del Siglo de las Luces, con los que mantiene muchas analogías.
Leído en la actualidad, el Diccionario crítico-burlesco resulta, en muchos de sus planteamientos, sorprendentemente moderno. Su articulación de aspectos ideológicos y políticos con otros filosóficos, estéticos y literarios, sus modos expresivos, la efectividad de su crítica de la corrupción, la incultura, la irracionalidad, son motivos que parecen, a nuestros oídos, un sonido actual.