Richard, un misterioso desconocido, recibe a lo largo de cuatro años una extensa correspondencia, de más de trescientas cartas manuscritas y garabateadas con sórdidas ilustraciones, de varios presos que cumplen condena en distintos centros penitenciarios.
Con abrumadora sinceridad, estos jóvenes reclusos describen su rutina carcelaria descubriéndonos el morboso y turbio ambiente de las cárceles. Son cartas cargadas de pura testosterona donde nos narran sus ansias de libertad, sus planes de futuro y sus relaciones sexuales en las que dan rienda suelta a sus más aberrantes fantasías con total naturalidad y espontaneidad.
Las diversas personalidades que se ven envueltas en esta múltiple correspondencia forman parte de un interesado tejemaneje sexual que puede llegar a herir la sensibilidad del lector debido a su espontánea, realista y escabrosa correspondencia (que nos acerca a la más cruda realidad de los centros penitenciarios).
Bajo el pseudónimo de Carlos Rabazo se esconde este autor que tras varios años guardando esta extensa correspondencia ha decidido sacarlas a la luz para el disfrute de todas las mentes más perversas.