Pol-Arthur es un ser extraño, quizás un simple o un espíritu puro, tiene 18 años, es huérfano y su abuela, que lo ha criado, acaba de morir. Al comienzo de la historia el joven abandona su pueblo y su granja para salir en busca de Clémentine. Pol-Arthur es un cándido que corre tras su amor de infancia.
Realidad e irrealidad se confunden: sueño, delirio o viaje iniciático en el que descubre la ciudad, los demás, el mundo y en el que las situaciones se reproducen sin fin.
Comienza su búsqueda subiéndose al autocar que lo lleva a la ciudad, donde lo alberga una rica y beata burguesa, Madame de Quatre, más interesada por la juventud de nuestro protagonista que por su búsqueda.
Persiguiendo la sombra de su amiga que en ocasiones sólo le lleva unos segundos de adelanto, a veces el tiempo de doblar una esquina, surgen una galería de personajes, a cual más sorprendente. Cuando termina la peregrinación de Pol-Arthur y, aunque todavía no se ha reunido con su Clémentine, el joven que regresa se ha convertido en un hombre. En un tono jovial y burlón, este relato nos hace seguir los meandros del descubrimiento del amor.
Con una técnica aparentemente sencilla, la autora ofrece un estilo literario de calidad, propio, sólido y bien construido.
Novela corta en inestable equilibrio entre el realismo y la locura, con toques de humor e ironía. Anita Fernandez orquesta una amplia galería de personajes y escenas, muchas veces impactantes, con influencias claras del lenguaje cinematográfico. Su carácter surrealista, sus referencias sexuales y eróticas, y algunos detalles religiosos irreverentes vinculan a esta narración con el movimiento surrealista español en sus vertientes pictórica y cinematográfica.