En su duodécimo aniversario, Karl cumple con el ritual iniciático que se practica desde hace siglos en su aldea natal en Suiza. Debe ir hasta el pueblo a pie, solo, y participar en una ceremonia en la que se le entregará el «libro blanco», un libro con páginas sin mácula donde el niño deberá volcar, día tras día durante el resto de su vida, todas sus vivencias y observaciones, y que sus descendientes sólo podrán leer después de su muerte.
Años más tarde, desde muy pequeño, el hijo de Karl observa con atención y curiosidad cómo su padre va llenando, con meticulosa caligrafía, las páginas del libro blanco. Ferviente antifascista, apasionado traductor y maestro dedicado en cuerpo y alma a los libros, Karl registra no sólo su historia personal, sino también la historia de su país en la primera mitad del siglo XX, con las grandes esperanzas y decepciones de sus habitantes, truncadas por la gran hecatombe europea. Así pues, con el paso del tiempo, el hijo espera poder acceder a un relato que, en cierto modo, forma parte de su ser, y que deberá proporcionarle claves importantes de su personalidad.
Retomando los acontecimientos y personajes de su anterior novela ?la aclamada El amante de mi madre?, Urs Widmer ha escrito, por encima de todo, un homenaje a su padre, o más precisamente, a la figura del padre, sumergiéndose en el mar de los recuerdos familiares en busca de ese difícil equilibrio entre comprender, respetar y perdonar las debilidades de la persona llamada a guiarlo a través del complicado laberinto de la existencia.