El tango sigue vivo, se apropia de todas las músicas y de todas las ideologías. Esa es su grandeza y su gran paradoja. «Vivimos como zombis, como muertos. Vivimos como sombras, sin apenas tocarnos ni querernos», nos dice el autor.
Frente a la tristeza y el dramatismo de Carlos Gardel, la vitalidad y la vanguardia de Ástor Piazzolla. El Tango argentino, Patrimonio de la Humanidad, es más que un baile. Es una filosofía y un lenguaje. «Esperanto sentimental».
Los poemas de Alonso Cordel son rayos de luz que refractan líricamente al pasar por el abrazo y los quejidos del bandoneón. Cada estrofa musical, en el tango, ofrece momentos, matices y cadencias muy distintas y sugerentes. De ahí la dificultad y creatividad de su danza. Los tangos que encontramos a pie de página, con sus compositores y orquestas, son los TANGOS que el autor nos propone PARA UNA MILONGA imaginaria: «Que soñáramos algo diferente: / en plena selva un baile de salón. / Una pista flotando entre las nubes; / un Paraíso en la Revolución». Algunos de estos poemas ya tienen música. Al resto se la pondrán los lectores, su escuchan las orquestas argentinas que el autor nos sugiere. Un lujo. Toda la historia del tango argentino está representada en este libro.
«La música del tango / precipita el viaje. / Es un exilio / a otro corazón. / Y me espera un oasis / de ternura / en cada abrazo, / en cada movimiento / de los dos».
Solo nos eterniza un buen abrazo.