Hay en este libro una mirada que sólo con cierta ironía podría definirse como metaliteraria. Uno de sus personajes trata de llevar a la realidad un relato de Borges, un poeta es contratado para dar un recital en la despedida de soltera de una admiradora, un hombre colecciona los recuerdos de gente anotados en la obra Je me souviens, de Perec... Los protagonistas de estos relatos no lo saben pero tienen mucho en común, ya que entre todos van construyendo el tejido de una soledad que no puede compartirse. Traspasando las barreras que delimitan el cuento, Tanta gente sola constituye una narración en la que conviven trágicos disparatados con personas capaces de transformar su enfermedad en ventaja o una suma de fracasos en un gran éxito. Juan Bonilla engarza personajes y situaciones con la precisión de un relojero que domina los recursos de su oficio. En sus cuentos siempre hay sorpresas, regalos que abren nuevas puertas a otras lecturas, ingenio, y, por encima de todo, un minucioso cuidado por el lenguaje. Sin duda, los mejores cuentos de un gran narrador.