He vivido en un tiempo y un lugar en los que todo el mundo se exime sin reato de cumplir la ley, no sóloel hampón. Cualquiera -por ejemplo un tecnócrata rico y aficionado a la relojería-, llegado el momento, llegada la necesidad, encontrará razones para considerar que la ley no se le aplica y procederá en consecuencia.
Me gustaría un lector cómplice del texto y de la historia. Corre el riesgo, eso sí, de convertirse en el cómplice de un asesinato.
D. J. A.