Estos cuentos colombianos recuperan la experiencia de contar unos usos amorosos en una época que refuta la solidez y la durabilidad de las emociones y sentimientos, y muestran, a la vez, su preferencia hacia las voces solitarias, pues en el amor uno se siente paradójicamente solo, indefenso, en esa vivencia convulsa, en ese impulso que nos lleva a buscarnos fuera de nosotros mismos, aunque estemos constantemente anhelando el deseo y la felicidad de sentirnos vivos.