Año 75 a.C., invierno, el general Gneo Pompeyo Magno acuartela a sus legiones en territorio vascón para esperar un envío de trigo desde Aquitania y descansar de sus batallas contra Sertorio. Lo hace aconsejado por su tribuno de mayor confianza, el enigmático Arranes, también de origen vascón y por tanto valedor de la Legión ante los desconfiados lugareños. Pero un rumor se ha extendido por la aldea que quita el sueño al general romano: se dice que el cargamento de trigo nunca llegará porque ha sido interceptado por los temidos habitantes de las montañas, los antiguos. La bruja de la aldea lo confirma: todas las noches sin luna desaparece algún niño vascón del territorio para ser entregado al dios terrible de los antiguos, pero este mes no ha faltado ningún niño, de modo que han debido encontrar otra víctima sacrificial.