urante la segunda guerra mundial, Mario Rigoni Stern combatió con el ejército italiano en Francia, Albania, Yugoslavia y durante dos inviernos en Rusia. Acabó prisionero de los alemanes en distintos campos de concentración, donde trabajó en las minas de hierro y carbón y allí mismo, en 1944, empezó a escribir, en circunstancias tan precarias, sus recuerdos de la retirada rusa. Publicados por primera vez en 1953 con el título de El sargento en la nieve, desde entonces el libro ha cosechado un éxito ininterrumpido entre sus lectores debido a su estilo genuino, al candor y a la fuerza expresiva con que se relata la lucha del hombre por conservar su propia humanidad.
Rigoni Stern emprende un viaje no sólo en el espacio, sino también en el tiempo; no sólo en el presente, sino en el pasado, sin rencor ni ansias de revancha, sino más bien como un acto de amor y de recuperación del paisaje y las gentes de la tierra donde estuvo a punto de perder la vida, pero que en cierto modo lo consoló y protegió, lo que convierte a esta obra en un testimonio único en su género.
"Cuando los pocos supervivientes tomamos el tren de regreso", escribe Rigoni Stern, "llevaba conmigo una imagen que durante años me ayudó a sobrevivir. (...) Aquel lugar entre el Donetz y el Don se ha convertido en el más tranquilo del mundo, reina un gran silencio, una infinita dulzura. Por la ventana de mi habitación veo montañas y bosques, pero allá a lo lejos, tras los Alpes, están las llanuras, los grandes ríos; siempre veo las aldeas y planicies donde duermen en paz aquellos compañeros que no pudieron volver a casa".