Lavinia, publicada en 1833, es una de las primeras novelas de George Sand, y de las más hermosas. Es una novela romántica en la forma, pero no tanto en el fondo: cuando la escribió, su autora tenía ya un profundo conocimiento del corazón humano, y se muestra tan clarividente en la descripción de las pasiones femeninas como en la de las masculinas. «Nadie ignora lo que un hombre puede decir en semejantes circunstancias», leemos en uno de los momentos álgidos del relato. Sí, Sand ya conocía el lenguaje del amor, sabía todo lo que encierran las declaraciones, los juramentos, las cartas, los gestos, la impaciencia, los silencios. Sabía lo que los protagonistas (una joven de origen portugués y su primer amor: un aristócrata inglés que la abandonó años atrás) no saben todavía, lo que aprenderán a lo largo de este relato. Y estaba dotada de «genio narrativo», en palabras de uno de sus admiradores: Gustave Flaubert.
En Lavinia George Sand nos cuenta un «caso» que tiene ingredientes universales, pues estaba convencida de que la mayoría de los hombres y mujeres actúan, en cualquier época y lugar, movidos por idénticas pasiones.