Sin ser un libro didáctico, sin ser un libro de Pedagogía, sin pretensiones dogmáticas, Platero y yo respondía fielmente a la ideología de la Institución Libre de Enseñanza, que estaba defendiendo la aproximación a la naturaleza para aprender de ella y de sus seres primigenios lo que estaban en disposición de proporcionar al ser humano: una lección de humanismo. Quizás por esa razón definitiva gozó el privilegio de convertirse en libro de inexcusable lectura en los primeros niveles educativos de España y de la América hispana, traduciéndose muy pronto a las más importantes lenguas de cultura del mundo, y luego a la mayoría, si no a todos los idiomas del globo.(De la Introducción de Antonio A. Gómez Yebra)