Estas «lecturas», aparentemente realizadas al azar, constituyen un valioso ejemplo de cómo se forma la posición de una conciencia católica abierta a reconocer el valor de todos, lejanos y cercanos, en el encuentro y la comparación con el arte y la cultura.
Un itinerario rico en sugerencias y juicios críticos en el que a exponentes de la más estricta tradición católica, como Claudel y Péguy, se unen autores como Leopardi, Lagersvisk, Montale. Un libro en el que se muestra, más allá del ejercicio de la crítica literaria, cómo lee un espíritu cristiano, en la obra de algunos «grandes», la infatigable tensión por la búsqueda del verdadero rostro humano.