El paisaje urbano y la intrincada realidad de un submundo de policías y ladrones aparecen en Visión del ahogado desprovistos de cualquier aura mitificadora. Lo que vemos son seres de todos los días, envueltos en la neblina de sus frustraciones y de sus miedos, de su dureza y su debilidad.
Por las calles de Madrid, Luis el Vitaminas camina como en un sueño, víctima de sus extrañas pasiones. Y los demás le acechan para mostrarle la helada certidumbre de lo que le va a ocurrir, de que el final de su historia son páginas de un libro ya escrito que nadie podrá cambiar.
La sabiduría literaria de Juan José Millás despliega un mundo en el que la sordidez y el erotismo, la angustia de vivir y el amor se entremezclan creando una atmósfera opresiva, fruto de esas fuerzas oscuras que conducen a los personajes hacia un punto sin salida posible.