Paul Steinberg escribe este testimonio después de cincuenta años, con la distancia de toda una vida, y tras un intento de escribir un relato literario sobre un hecho concreto que vivió en Auschwitz que, según su testimonio, le marcó más que el número tatuado que aún lleva en el brazo: el momento en que levantó la mano sobre un anciano judío de su barracón ?Creí volverme loco ... Exploté?, dice. No pudo escribirlo y decidió posponerlo hasta la vejez con la conciencia de que escribir le iba a privar del equilibrio tan cuidadosamente conseguido.
En el prólogo, escrito por Jorge Semprún, se dice: ?Es el relato de alguien que
realmente tocó fondo, que vio la Gorgona en múltiples ocasiones y que, efectivamente volvió enmudecido, permaneció mudo cincuenta años. Nos encontramos ante un relato excepcional, precisamente porque Steinberg conoció las reglas de Auschwitz aunque escapara a la selección que conducía a la cámara de gas en la entrada del campo. Sencillo de leer, escrito con frases cortas, claras, concisas, a veces irónico, nos cuenta la lucha por la supervivencia de un joven, la perversión de un sistema que deshumaniza a los individuos a los que somete y utiliza, y el poder curativo de la escritura.
Un testimonio de un valor incalculable.