Los personajes de Judith Hermann escenifican su vida, se dejan llevar en "el curso de la vida", con pasividad o como espectadores, de un modo lúdico. Lo que hace sus historias tan sugestivas es la perspicacia de Judith Hermann para los tonos equívocos y las sutiles falsedades del presente. Sus narraciones viven merced al ritmo exacta-mente equilibrado de las frases, así como a la intensidad y densidad de los ambientes que consigue crear.
Los pensamientos de los protagonistas de Judith Hermann giran siempre en torno a los mismos temas: el amor, la caducidad y el miedo a la vida fallida, inhibida. La nieta que habla de su abuela que guarda cama, el viejo que se encuentra en un hotelucho neoyorquino con una joven viajera, notan cómo ha pasado el tiempo por ellos. Pero todos intuyen que su vida no sucede en el presente, sino en el recuerdo y la imaginación, y que, después de todo, amor y caducidad son dos palabras para la misma cosa.
"El sonido de una nueva generación."
Hellmuth Karasek (crítico literario)
"La frustración del proyecto vital se describe de un modo sobrio, sin sentimentalismo, pero con tenue melancolía. Un debut fulminante que despierta una gran esperanza." Die Zeit
"Judith Hermann tiene un estilo tan seguro y, pese a una postura más bien clásica, de modernidad tan convincente, que uno cree que aquí escribe una biznieta de Chejov sobre la situación de un puñado de berlineses en el umbral del nuevo milenio." Focus
"En este texto no hay ninguna palabra de más, ni fuera de lugar." Neue Zürcher Zeitung