El desconcierto de la infancia que se agota entre fuertes de madera y soldados de plástico mientras los paisajes de agua y brumas se alejan en un viaje a ninguna parte. La identidad maltrecha de Anita, la de los pies pequeños, la mujer de memoria fragmentada que busca recuperar los recuerdos perdidos con la ayuda de los fantasmas que pueblan su mundo. El superviviente que un día perdió el compás del tiempo en el arcén de una autopista para deambular por un presente sin expectativas. El obsesivo incapaz de resignarse a la tiranía del azar, empeñado en ser causa del destino de los otros. El solitario vendedor de suerte para quien la vida acabará teniendo sentido una vez al mes en la cocina de un triste apartamento de extrarradio... Estos son algunos de los personajes que pueblan La última de todas las batallas, un catálogo de extravagantes individuos (pero reconocibles, he ahí el mérito de cada uno de estos relatos) que se enfrentarán irremediablemente a sí mismos y a sus propias contradicciones. José Luis Espina discurre con él por los caminos de la ficción, de los sueños, los desvaríos, los fantasmas y la incertidumbre cotidiana. De todo ello extrae los matices precisos para construir las bases de su ya tan apreciado universo narrativo.