En 1972 el grafiti en los trenes subterráneos de Nueva York se volvió un asunto político. Un año antes, la aparición del misterioso mensaje «Taki 183» había hecho aumentar tanto la curiosidad de los neoyorquinos que el New York Times envió uno de sus reporteros a determinar su significado. Gran variedad de funcionarios públicos, entre ellos el alcalde de la ciudad John V. Lindsay, desarrollaron políticas públicas orientadas al fenómeno. Los periódicos y revistas locales aparentemente ayudaron a moldear estas medidas.
«Getting up» es el término utilizado por los grafiteros para lograr dejar su sello personal en la red de metro. A través de entrevistas espontáneas, Castleman documenta las vidas y actividades de estos jóvenes artistas de la calle, a través de su jerga y mitología. Con un enfoque más descriptivo que analítico, deja que los «escritores» hablen por sí mismos, dando como resultado una historia concisa y descriptiva de la cultura suburbana, pero también de la elástica sociedad que la creó. Al margen del debate que suscita esta controvertida forma de expresión, cuando uno termina de leer Getting Up siente admiración por el ingenio de los jóvenes escritores.