Nora Ephron, una de las más agudas y brillantes periodistas neoyorquinas, nos obsequia con su primera novela: un libro muy divertido, a veces agridulce, escrito con un humor que se ha comparado con el de Woody Allen, Philip Roth y Erica Jong. Trata del naufragio de un matrimonio aparentemente feliz, y a la vez es una colorida crónica de costumbre de una cierta intelligentzia que vivió los trepidantes 60 y la guerra de Vietnam y ahora está en su segundo o tercer matrimonio (una tribu a la que la narradora pertenece, conoce, ama y ridiculiza). Se acabó el pastel fue un resonante bestseller en Estados Unidos, donde fue considerado un roman à clef sobre su relación con Carl Bernstein, el famoso reportero que investigó el caso Watergate. La narradora, Rachel Samstat, judía neoyorquina, hija de un actor secundario y de una agente de actores (que se especializaba en enanos y en rostros con cicatrices), es una escritora de libros de cocina con más ingenio que recetas, que vive en Washington y está casada con Mark, un afamado periodista político. Es feliz, tiene un hijo y está embarazada de siete meses cuando descubre que su marido está enamorado de Thelma, la esposa de un diplomático. Al parecer, todos, incluido el marido de Thelma, sabían lo que estaba sucediendo a espaldas de Rachel. Ésta abandona Washington y se refugia en la casa de su padre en Nueva York, vuelve a visitar a su psicoanalista y a frecuentar su antiguo grupo de terapia, es víctima de un desopilante hold-up, se reconcilia fugazmente con su marido hasta que descubre que éste sigue viendo a Thelma, tiene un parto prematuro, vuelve a ver a su psicoanalista (maternal, heterodoxa, especializada en contar chistes judíos a manera de parábolas) y el matrimonio se acaba, pero la vida continúa. «Una novela divertida y feroz» (José Luis Guarner, La Vanguardia). «La viperina lengua de Nora Ephron llega a su esplendor en el libro de su matrimonio con el héroe del periodismo norteamericano» (Rosa Cullell, El País).