El viejo capitán Lingard recoge en el puerto de Macasar a un chiquillo que acaba de huir de un barco mercante procedente de Rotterdam. Lo adopta y ayuda, a pesar de darse cuenta enseguida de la debilidad moral del joven Willems. El chico logra hacerse una posición como hombre de confianza de un oscuro comerciante que le ha entregado como esposa a su hija mestiza. Willems se cree intocable y roba a la compañía. Es inmediatamente expulsado de su trabajo y de su casa. El capitán Lingard rescata por segunda vez al paria abandonado y lo lleva a Sambir, en el archipiélago malayo, donde tiene su sede la compañía de Lingard para el comercio del caucho. Allí sólo vive otro blanco, el socio del capitán Lingard, Almayer. En los alrededores viven también, en pequeños poblados, los miserables descendientes de los antiguos piratas que poblaron el río y la selva. Entre éstos habita también Aissa, la hija del viejo pirata ciego Omar. Willems queda inmediatamente seducido por la belleza y la fuerza misteriosa de la mujer que se le aparece como una extensión de las fuerzas de la naturaleza salvaje.
En esta novela de Conrad, la intriga y la aventura, a pesar de resultar apasionantes, quedan superadas por el implacable análisis de la naturaleza humana.
«La piedad me impulsó a traducir en palabras escogidas con gran cuidado memorias de cosas lejanísimas y de gentes que existieron en realidad.»
Joseph Conrad
No estás en condiciones de vivir con la gente. ¿Quién podría sospechar, adivinar, imaginar, lo que hay en ti? Yo no pude; tú eres mi error. Voy a ocultarte aquí. Si te dejo salir, te mezclarás entre los hombres incautos y mentirás, robarás y engañarás por un poco de dinero o por alguna mujer. No me importaría dispararte. Seguramente sería lo mejor. Pero no lo haré. No esperes que te perdone. Para perdonar se tiene que sentir rabia y luego desprecio, pero yo no siento nada de eso ahora. Ni rabia, ni desprecio ni decepción. Para mí no eres Willems, el hombre que se hizo mi amigo, al que ayudé en las buenas y en las malas, que estaba en mi pensamiento... No eres un ser humano al que se pueda destruir o perdonar. Eres un pensamiento amargo, algo sin cuerpo y que hay que ocultar... Eres mi vergüenza.
Esta nueva traducción de Un paria de las Islas ha sido realizada especialmente para Ediciones Barataria por Adrià Edo Moreno.
Joseph Conrad (Berdiczew, entonces Polonia, actualmente en Ucrania, 1857-Bishopsbourne, Inglaterra, 1924), cuyo nombre real era Józef Teodor Konrad Korzeniowski, pertenecía a la pequeña nobleza polaca ilustrada. Tras la temprana pérdida de sus padres, abandonó muy joven los estudios y a los diecisiete años se enroló como marinero en Marsella. La primera parte de su vida transcurrió en el mar. De sus viajes hasta los lugares más lejanos extrajo los escenarios y los personajes de sus novelas. Se hizo ciudadano británico en 1886 tras lograr el título de piloto de altura de la marina mercante. A partir de su primera novela, La locura de Almayer, decidió dedicarse a la literatura y abandonar la marina. Era una persona tímida y familiar que manifestó, tanto en su vida como en su obra, un pesimista escepticismo sobre la condición humana. Escribió toda su obra en inglés, una lengua que hablaba con marcado acento extranjero. A pesar de (o quizá por) esa dificultad, su obra tiene una personalidad inimitable y una incuestionable grandeza. Varias de sus novelas, como El corazón de las tinieblas, Lord Jim, La línea de sombra, Nostromo o Un paria de las Islas han sido adaptadas al cine. Barataria publicó otra de sus obras, El negro del Nacissus, en 2005.