A punto de cumplir veinte años, René es enviado por su padre a una escuela algo peculiar para que, en vez de cultivar el espíritu, se adiestre en el castigo de la carne. El cruento aprendizaje que allí se le imparte, cercano al suplicio, culminará con un grotesco rito de iniciación del que René escapa. A partir de entonces, en una sociedad cuyo motor es la carne, tanto como fuente de placer como de dolor, la vida de René se convierte en una constante huida ya sea del legado de su padre y los adeptos al «martirio», ya sea de la sensualidad de la señora Pérez y sus extraños amigos, Powlavski y Nieburg. Pero hasta que acepte la naturaleza «cárnea» de su cuerpo, René se las verá con dobles de su padre y de sí mismo, intentará guardar su anonimato cambiando de trabajo y empleándose en un cementerio, y se verá acorralado una y otra vez por quienes se empeñan en conducirlo a la Sede de la Carne Acosada. Como Paradiso, de Lezama Lima, y El siglo de las luces, de Alejo Carpentier, La carne de René puede englobarse en las denominadas novelas de formación o aprendizaje, que narran la historia de un joven adolescente y su progresivo conocimiento del valor de la vida y del mundo en el que le ha tocado desarrollarse.