James y Monica
mantienen un romance singular, centrado exclusivamente en el sexo, es decir, en
una actividad sexual incansable e incandescente. De hecho, James y Monica no conocen del otro más que su cuerpo o sus posturas
preferidas, y tampoco podrían decir gran cosa el uno del otro, pues apenas hablan antes,
durante o después del coito. Sin embargo, esta relación comenzará a complicarse
cuando James pretenda indagar en lo que le une a Monica,
además de intentar averiguar quién es en realidad esta joven insaciable.
«La forma en que Monica
me deseaba», se preguntaba James, que narra en primera persona la historia,
«sobre todo cuando estaba claro que no nos importaba el bienestar del otro en
ninguno de los sentidos convencionales, me llevaba a dudar de todo. ¿Acaso ese
festín recíproco, propio de animales de la estepa, era la verdadera esencia del
hombre-animal?» Ayudados por un pintoresco consejero matrimonial, ambos amantes
intentarán canalizar la energía que dedican al sexo hacia actividades tan
diversas como la cocina, el arte o mirar la televisión. Pero
este rápido tránsito desde la vida instintiva hasta, digamos, la civilización
no dejará de comportar riesgos para la pareja.
Provocadora y explícita, Erotomanía es una ácida
sátira que ridiculiza la vacuidad de tantos engolados discursos relativos a
temas tan dispares como la monogamia, el sexo sin amor, la crítica de arte, la
prostitución o la meditación zen, y que ofrece una
iluminadora metáfora sobre nuestro malestar en la cultura.