Gaspar Melchor de Jovellanos es la figura más destacada de la Ilustración española. Nadie como él representó la posibilidad de un destino alternativo para el país, más afortunado y menos traumático. Juan Pedro Aparicio se adentra donde los historiadores deden el paso al novelista para contarnos los días finales del asturiano, sus más íntimos deseos, su anhelo acaso de llegar a Londres, cuando, asaltada Gijón por los ejércitos de Napoleón en 1811, tiene que huir precipitadamente por mar en un pequeño barco atestado de refugiados. Un viaje de horas se prolonga ocho días en medio de una tormenta implacable. La historia de esta travesía constituye el eje de esta novela.