La nueva novela de una de las voces bolivianas más prometedoras del panorama literario internacional nos lleva al corazón de una familia de aventureros alemanes que se exiliaron en Bolivia
Los afectos aborda la paulatina desintegración de los Ertl, una peculiar familia de aventureros que, tras la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, decidió exiliarse en Bolivia. Es en esas tierras extrañas donde el cabeza de familia, Hans Ertl, pretende alcanzar el gran sueño de Paitití, la ciudad perdida de los incas que se oculta en algún lugar inhóspito de la selva amazónica. Ni su mujer ni sus tres hijas saldrán indemnes de las inalcanzables quimeras y las ausencias de este padre explorador. Pero será Monika, la mayor y la más aventurera, la única que acabe heredando su carácter inconformista para lanzarse, con los años y en aras de sus convicciones, a un objetivo mucho más temerario.
Con el trasfondo movedizo de los cincuenta y los sesenta y en una Latinoamérica radicalizada, Rodrigo Hasbún mezcla la biografía, la ficción y los hechos históricos para asomarse a los vínculos y los afectos de esta familia inusual. Esta novela, trepidante y llena de belleza, pone de manifiesto lo lejos y lo cerca que se puede estar de aquellos a los que se está unido por unos apellidos y unos cuantos recuerdos. Mientras fuera del entorno familiar se desarrollaban las sucesivas aventuras, arqueológicas, ideológicas y políticas, en la intimidad se libraban otro tipo de batallas decisivas.
La crítica ha dicho...
«Rodrigo Hasbún: recuerden este nombre.»
Edmundo Paz Soldán
«No es un buen escritor. Es uno de los grandes.»
Jonathan Safran Foer
«La literatura de Rodrigo Hasbún tiene una potencia extraña [...]. Leerlo es como subir a esa "diligencia del abismo" a la que se refería Bernardo Soares, el heterónimo de Pessoa: un viaje al borde del precipicio.?
José Andrés Rojo, Babelia
«Leer a Rodrigo Hasbún es un ajuste de sentidos: acostumbrar los ojos a la oscuridad de sus profundidades, deleitarse con los chispazos del lenguaje en ellas; entrenar al oído para respetar murmullos y aplaudir estridencias. Para seguir leyendo, siempre.»
María José Navia, Ojo Seco