El Imperio romano se derrumba. Innumerables bárbaros devastan el continente en hordas imparables. Las legiones antaño invencibles abandonan la isla de Britania a su suerte, presa fácil para los salvajes que roban, saquean y violan por doquier. La hora de la espada y la guerra ha llegado, y la única ley que impera en la isla es la del más fuerte.
Y nadie más fuerte que Artos el Oso, el hombre que la leyenda recordará como el rey Arturo. Proclamado por su propia mano conde de Britania, Artos Pendragon es lo único que se interpone en el camino del caos y la violencia que amenazan con destruir la civilización.
Con su maestría a la hora de describir las violentas pasiones que gobernaban a los hombres en tiempos más primitivos, Henry Treece recrea para nosotros el ciclo artúrico como realmente debió de ocurrir, lejos de las visiones edulcoradas que la leyenda se ha encargado de transmitir.
Las conocidas figuras de Mordred, Ginebra o el propio Arturo cobran nueva vida, más crueles y duros, más acordes con los terribles años que les tocó vivir, cuando Roma ya no existía e Inglaterra aún era un sueño lejano.