¿Cómo puede el cine contribuir a la educación y a la inteligencia de una cultura o, digamos, a la comprensión que una cultura tiene de sí misma? ¿Cómo puede el cine, al que habitualmente concebimos como entretenimiento, ser un camino de "mejoramiento moral"? Responder a estas preguntas es el objeto de los ensayos de Stanley Cavell reunidos en este volumen. Pero -como observa el autor-, lejos de tener como referencia las morales abstractas, lo que el cine nos ofrece cuando pone en escena nuestras confrontaciones cotidianas con los otros (nuestros amantes, nuestros amigos, nuestros padres o, simplemente, nuestro prójimo) es una moral de lo ordinario, no atenta a deberes abstractos o a cálculos utilitaristas, sino ante todo a una fidelidad a sí mismo, a la capacidad de la conversación con el otro, a una vida democrática en la que cada uno debe enfrentar al otro en un pie de igualdad.
En esta obra, Stanley Cavell continúa su trabajo sobre las comedias del Hollywood de las décadas de 1930 y 1940, pero también sobre los films de Rohmer, Hitchcock, Godard, Buñuel, Bergman, Jarmusch... a quienes sitúa sobre el horizonte de las filosofías de Emerson y de Heidegger, de Thoreau y de Nietzsche, para concluir que el interés propiamente filosófico del cine reside en lo que éste nos enseña del bien, con su manera única de hacernos mejores.