Dueño de un estilo y una capacidad absolutamente inimitables, John Ford, cuya filmografía abunda en títulos emblemáticos, practicó magistralmente a lo largo de casi 150 películas un rigor estilístico y una sabiduría técnica -un aspecto particularmente mal conocido de su obra son las innumerables innovaciones de las que fue pionero- sin parangón en la Historia del Cine. A pesar de lo múltiple y lo singular de sus recursos, Ford supo siempre sin embargo ponerlos al servicio de su lúcido concepto de la expresión cinematográfica. Es esta cualidad precisamente la que ha granjeado el respeto y la admiración expresa de colegas como Eisenstein, Welles, Kurosawa, Capra, Fellini, Hitchcock, Truffaut o tantos otros para quienes ha sido el mejor, el más completo, el director de directores.