Las obras de arte se crean con el propósito de compartir un mensaje, de generar un discurso directo con el espectador. Pero el sistema del arte se interpone entre ambos con interpretaciones, no exentas de posiciones ideológicas, estéticas y críticas, que suelen desfigurar la esencia de la obra. Para devolver al público receptor su mirada activa, es esencial ubicarlo en el centro de las reflexiones, analizar los fallos del sistema artístico (críticos, galeristas, historiadores del arte) y dar voz a las recientes apariciones de nuevas narrativas histórica-artísticas que ponen en entredicho las obsoletas políticas de promoción y las relaciones entre arte e industria cultural. Y así poder abrir un nuevo camino donde el conocimiento de las obras sea un modo de cuidarlas, sin olvidar que es también una aproximación al sistema social que nunca está al margen de las artes. Como el propio autor afirma "nada es neutro en el territorio de las artes, ni siquiera las obras".