La violencia que actualmente invade las pantallas de cine y televisión de los países occidentales ha provocado un verdadero debate social. La pregunta es: ¿podemos mostrarlo todo? Y, si no es así, ¿hay que recurrir a la censura? Como se verá, se trata de cuestiones extremadamente delicadas que por lo general conllevan tomas de postura apasionadas y a menudo más bien superficiales.
Frente a esta situación, Olivier Mongin opta por examinar de cerca ese cine que suele denominarse «violento» y luego se plantea cuestiones vitales sobre lo que realmente ha cambiado entre el modo en que se representaba la violencia en los años sesenta y la manera en que se hace hoy, cuando se muestra en y por sí misma, sin que el espectador pueda evitarla, sublimarla o reciclarla. Así, en lugar de limitarse a condenar el espectáculo de la violencia, este libro se esfuerza por buscar soluciones y salidas a un problema mucho más complejo de lo que parece.