En El vuelo de la razón (Goya, pintor de la libertad), Francisco de Goya (1746-1828) repasa su existencia al hilo de tres momentos de su vida (mientras pinta tres de sus cuadros más emblemáticos). En 1800, realiza La familia de Carlos IV, obra realista y nada complaciente con los personajes retratados. En 1814, tras la Guerra de la Independencia y el final de la ocupación francesa, pinta Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808, cuadro donde aspira a hacer oír, «por medio del pincel», el grito de la humanidad oprimida. Ese mismo año, el nuevo rey Fernando VII, entra en Madrid, disuelve las Cortes y encarcela a los diputados liberales. Una nueva etapa de opresión y oscurantismo empieza en España. En 1824, inquieto por su seguridad, Goya se exilia y se instala en Burdeos. Allí, en 1827, un año antes de su muerte, realiza La lechera de Burdeos, el retrato de una joven aldeana, y descubre un nuevo estilo, más libre y suelto.