«El refinamiento es una droga a la que no es posible escapar», dice Malek Chebel en esta obra dedicada a mostrar las cumbres a las que ha llegado en ese terreno la cultura árabo-islámica y, en particular, la del país que creó la mezquita de Córdoba y la Alhambra de Granada. Si Persia, la India, el Magreb y la España andalusí ayudan a explicar el fenómeno, no es menos cierto, como pone de relieve el profesor Chebel, que el refinamiento árabo-islámico es heredero de «una larga tradición de convivialidad que empieza con los griegos y los romanos y se prolonga con los hebreos y los egipcios antes de desembocar en el Oriente árabe y musulmán». Es un refinamiento que, según lo evidencian estas páginas, se observa en campos tan variados como la vivienda, la comida y la repostería, los perfumes y el cuidado de la persona, los juegos y los libros, los modales y ese refinamiento por antonomasia que es el arte y la cultura.
Enseñanza importante de este sugestivo libro es que el refinamiento puede y hasta debe ser «universal a la vez que particular» y que «en el refinamiento de cada nación hay algo que se trasciende a sí mismo para pertenecer por derecho propio al refinamiento de todas las naciones».