Este libro proporciona una elaborada alternativa a las descripciones existentes sobre el papel del intelectual en la democracia moderna. Sosteniendo que la sociedad sufre un déficit de deliberación sistémico, Jeffrey Goldfarb explora el potencial del intelectual como agente democrático, civilizando la contestación política y subvirtiendo el conseso complaciente al mismo tiempo. Se muestra que son inadecuadas tanto la visión izquierdista sentimental del intelectual como guardián de la democracia, como la derechista que lo demoniza como obstructor del progreso. En su lugar, se los retrata como tipos especiales de extranjeros que prestan una cuidadosa atención a sus facultades críticas, lo cual hace que estén singularmente dotados para ocuparse de los temas más urgentes de la actualidad. El profesor Goldfarb despliega la teoría social clásica y contemporánea para analizar a un conjunto diverso de intelectuales en acción, desde Sócrates en la Atenas del Siglo V, hasta Malcom X y Toni Morrison en los Estados Unidos del siglo XX y, haciendo uso de su conocimiento personal, a los disidentes políticos de la Europa Central comunista postcomunista.