Tras el colapso del imperio soviético y el fin de la bipolaridad, la idea del gobierno mundial está siendo objeto en Occidente de un culto cada vez más extendido. Los defensores de la nueva Cosmopolis sostienen que un poder global es la única alternativa no sólo a la guerra y la anarquía internacional, sino incluso a la destrucción del planeta y la extinción de la especie. Y, a la vez, reclaman una reforma radical de las Naciones Unidas que legitime la institución como fuerza internacional capaz de instaurar una «justicia global».
Inspirándose en una concepción realista y compleja de las relaciones internacionales, el autor de este libro afirma que la pretensión de suprimir todo tipo de conflictos a través de una fuerza político-militar unificada es totalmente ilusoria. En su opinión, lo que hay que hacer es sustituir el viejo modelo jerárquico de la Santa Alianza por un «pacifismo débil» que, lejos de pretender acabar con las guerras de una vez por todas, respete la diversidad de las culturas y la competitividad entre los intereses de cada una de ellas.