La aceptación generalizada de los derechos humanos, el papel cada vez más importante desempeñado por las instituciones financieras internacionales y, sobre todo, la propia globalización son cuestiones que han conducido a numerosos observadores a poner en duda la viabilidad futura del Estado soberano y de la soberanía entendida de forma clásica. El libro que el lector tiene entre las manos, sin embargo, no está tan seguro de ello. Stephen Krasner, uno de los mayores expertos en el tema, sostiene que los Estados nunca han gozado de un grado de soberanía tan elevado como el que se les ha supuesto.A lo largo de la historia, los gobernantes se han visto siempre motivados por el deseo de mantenerse en el poder, nunca por una especie de adhesión abstracta a los principios internacionales. La hipocresía organizada –la presencia de normas permanentes, con frecuencia brutalmente violadas, durante dilatados períodos de tiempo— ha constituido un atributo constante del mundo de las relaciones internacionales.
Por lo general, aunque no siempre, los dirigentes políticos han respetado la soberanía legal internacional, al tiempo que han considerado con mucha mayor displicencia ese otro principio según el cual los Estados deben gozar del derecho a excluir de su propio territorio cualquier autoridad exterior a ellos. Pero en todo este debate deben incluirse otras cuestiones, por lo que Krasner contempla diferentes áreas temáticas para exponer su argumentación: no sólo los derechos humanos, sino también los derechos de las minorías, las atribuciones de los poderes soberanos o la creación de Estados en los siglos XIX y XX. Todo ello para llegar a la conclusión de que la mejor explicación sobre la manera de actuar de los Estados no reside tanto en las normas internacionales como en las diferencias entre las naciones en cuestiones de poder, así como en sus distintos intereses.