Eficacia, rapidez, capacidad de respuesta, polivalencia, rendimiento. . ., parece innegable que los valores en curso en las modernas sociedades occidentales han terminado imponiendo unos modos de vida con frecuencia inhumanos y alienantes. Con voluntad decididamente provocadora, esta obra redescubre la lentitud como una nueva figura del pensamiento. O quizá no tan nueva: tal vez la lentitud no sea sino la marca del respeto, la atención y la importancia que otorgamos a cada acontecimiento de nuestra vida, a cada persona que se cruza en nuestra existencia. En este exquisito «arte del buen vivir», Pierre Sansot no duda en elogiar el vagabundeo sin objetivo claro, la voluptuosa sensación de un tedio bien entendido, la tranquila soledad como cura del alma, el poder creativo de la ensoñación, la dulce y casi olvidada sensación de la indolencia, la riqueza impagable de los que todavía saben pararse a escuchar de verdad al otro. Del buen uso de la lentitud -que desde su aparición en Francia en 1998 ha alcanzado ya diez reimpresiones- es, ciertamente, un libro poco habitual, sin duda políticamente incorrecto y destinado a deshacer más de una certidumbre acerca de cómo conducir la propia vida o acerca de lo que significa realmente triunfar. No obstante, Sansot se inscribe en una tradición literaria y filosófica antiquísima, que cabe remontar a los primeros griegos, maestros en la búsqueda del justo medio en un sabio cultivo de los placeres. Pierre Sansot nos incita a buscar nuestra propia Grecia interior, nos invita, en definitiva, a la felicidad.