«Recuerdo estar unos pasos detrás de la cámara, al lado del director de grabación, mirando cómo Adolfo hablaba sin apartar la vista del objetivo. También cómo se ajustaba el nudo de la corbata antes de entrar en directo y cómo luego me preguntaba qué tal había ido, mientras los otros recogían el equipo. Como el día que hizo su primer discurso importante como presidente del Gobierno, el día en que le convencimos para que no hablase sentado detrás de una mesa como se había hecho siempre, sino de pie, porque era así como hablaba el presidente de Estados Unidos, y buscábamos un cambio de imagen directo. Uno de tantos momentos compartidos. Con la muerte de Adolfo Suárez se han multiplicado los ensayos, artículos y documentales sobre el presidente y los años del cambio. He visto y leído muchos, y me he sorprendido al encontrar aquí y allá la narración de ciertos acontecimientos que la historia colectiva ya da por ciertos y que de ciertos tienen poco. Por ello en este libro recojo las sensaciones o impresiones de aquellos meses –julio de 1976 a junio de 1977– que tuve la suerte de vivir «en vivo y en directo». Un año mágico. Se trata de acontecimientos relevantes y de interés general que encauzaron nuestra historia. El haraquiri de las Cortes franquistas ante las cámaras, la creación de unos telediarios para el cambio, la grabación de los espacios electorales para la llamada aurnas del 77… Yo creía en Adolfo, y no a ciegas, sino muy a sabiendas. Creía en su idea de laTransición, que coincidía por completo con la del rey Juan Carlos. Creía en su forma de llevarla a cabo, porque era el mejor presidente para encabezar el cambio. Y creía que desde Radiotelevisión Española –que entonces yo dirigía– se podía contribuir a afianzar y cimentar dicho proyecto».