El nacimiento de la ciencia moderna fue concebido en su momento como parte de un proceso de emancipación de la especie humana, que le permitiría, en un futuro más o menos próximo, llegar a establecer un dominio pleno sobre la naturaleza y liberar a los seres humanos de las cadenas que le imponían la superstición y el fanatismo religioso. Ese programa emancipador, que tan bien formuló Kant en ¿Qué es la Ilustración?, se ha visto profundamente alterado a partir de los inicios del siglo XX, cuando el desarrollo de la tecnociencia vino a poner de manifiesto que el conocimiento científico no es posible sin el desarrollo de la tecnología, y viceversa. En el momento presente, la ciencia constituye un sistema complejo, que está regulado por los valores de la eficacia y la rentabilidad, dejando cada vez más de lado el antiguo valor de la verdad. En este ensayo, el autor analiza los sistemas que se proponen para realizar la evaluación del conocimiento científico, llegando a la conclusión de que no es numerable ni se puede establecer una correlación entre él y el dinero. Hacérnoslo creer así es lo que intenta la ideología neoliberal del mercado, cuyos argumentos se analizan tanto desde el punto de vista global como del de dos ciencias humanas: la historia y la geografía. En ambos casos se ponen de manifiesto las numerosas interrelaciones existentes entre conocimiento científico y valores culturales, sociales y políticos, dentro del intento del autor de reivindicar de nuevo el valor del conocimiento por sí mismo.