“Yo soy el único que soy como yo.” Puesta en boca de la mayoría de las personas, esta frase parece invitarnos a cabalgar por el mundo brumoso de lo particular, donde sólo existe un universo agrupado en torno a un punto -un Yo deformado y forcejeante-, donde reina la dominación, lo inmediato y lo egocéntrico. Dicha por Virginia Satir, es una invitación profunda y amorosa para buscar una vida plena, liberándonos de los muros que solemos construir por desconocer nuestras posibilidades. Elevemos nuestro pensamiento por sobre la vida de nuestros raquíticos sentidos para buscar nuestra humanidad perdida y una mayor comunicación con otros hombres y mujeres y lo que nos rodea. Sólo un Yo fuerte y creativo puede aspirar a tener armonía con todo y con todos.