“Vivimos nuestra vida a través de nuestras emociones”, escribe Robert Solomon, y son nuestras emociones las que dan sentido a nuestra vida. Lo que nos interesa o nos fascina, a quiénes amamos, lo que nos enoja, lo que nos conmueve, lo que nos aburre: todo esto nos define, conforma nuestro carácter, constituye nuestra identidad.
En Ética emocional, Solomon nos explica la rica vida de las emociones: por qué no las entendemos, qué son en realidad y cómo nos hacen humanos y dan sentido a nuestra vida. En la actualidad, las emociones se han convertido en una de las principales áreas de investigación científica, que han proporcionado imágenes cerebrales que nos desvelan valiosas claves sobre nuestra forma de experimentar nuestros sentimientos. Solomon nos orienta sobre estas investigaciones punteras y nos explica lo que otros filósofos y psicólogos han dicho sobre el tema, todo lo cual le lleva a subrayar el carácter personal y ético de nuestras emociones. Así, nos muestra que las emociones no son algo que nos sucede, ni son irracionales en el sentido literal del término; antes bien, son juicios que emitimos sobre el mundo y estrategias para vivir en él. El miedo, la ira, el amor, la culpa, los celos o la compasión son esenciales para nuestros valores, para una vida feliz, saludable y buena.